Hoy, domingo 19
de noviembre, la Iglesia celebra la I Jornada Mundial de los Pobres. Una invitación que el Santo Padre
dirige a toda la Iglesia, así como a todos los hombres y mujeres de buena
voluntad, para que escuchen el grito de ayuda de los pobres.
Esta
Jornada, que se celebra con el lema «No amemos de palabra sino con obras», nace
hace un año. El 13 de noviembre de 2016 se cerraban en todo el mundo las
Puertas de la Misericordia y en la Basílica de San Pedro el Santo Padre
celebraba el Jubileo dedicado a todas las personas marginadas. De manera
espontanea, al finalizar la homilía, el papa Francisco manifiesta su
deseo: “quisiera que hoy fuera la «Jornada de los pobres»”.
“Precisamente
hoy, cuando hablamos de exclusión, vienen rápido a la mente personas concretas;
no cosas inútiles, sino personas valiosas. La persona humana, colocada por Dios
en la cumbre de la creación, es a menudo descartada, porque se prefieren las
cosas que pasan. Y esto es inaceptable, porque el hombre es el bien más valioso
a los ojos de Dios. Y es grave que nos acostumbremos a este tipo de descarte;
es para preocuparse, cuando se adormece la conciencia y no se presta atención
al hermano que sufre junto a nosotros o a los graves problemas del mundo… Hoy,
en las catedrales y santuarios de todo el mundo, se cierran las Puertas de la
Misericordia. Pidamos la gracia de no apartar los ojos de Dios que nos mira y
del prójimo que nos cuestiona… especialmente al hermano olvidado y excluido, al
Lázaro que yace delante de nuestra puerta. Hacia allí se dirige la lente de la
Iglesia.… A la luz de estas reflexiones, quisiera que hoy fuera la «Jornada de
los pobres»”.
(Papa Francisco,
13 de noviembre de 2016)
El logo y el lema
La
dimensión de la reciprocidad se ve reflejada en el logo de la Jornada Mundial
de los Pobres. Se nota una puerta abierta y sobre el umbral dos personas que se
encuentran. Ambas extienden la mano; una para pedir ayuda, la otra porque
quiere ofrecerla. En efecto, es difícil comprender quién de los dos sea el
verdadero pobre. O mejor, ambos son pobres. Quien tiende la mano para ayudar
está invitado a salir para compartir. Son dos manos tendidas que se encuentran
donde cada una ofrece algo. Dos brazos que expresan solidaridad y que incitan a
no permanecer en el umbral, sino a ir a encontrar el otro. El pobre puede
entrar en la casa, una vez que en ella se ha comprendido que la ayuda es el
compartir. En este contexto, las palabras que el Papa Francisco escribe en el
Mensaje se cargan de un profundo significado: “Benditas las manos que se abren
para acoger a los pobres y ayudarlos: son manos que traen esperanza. Benditas
las manos que vencen las barreras de la cultura, la religión y la nacionalidad
derramando el aceite del consuelo en las llagas de la humanidad. Benditas las
manos que se abren sin pedir nada a cambio, sin «peros» ni «condiciones»: son
manos que hacen descender sobre los hermanos la bendición de Dios.” (n. 5).
Materiales
para la celebración de la I Jornada Mundial de los Pobres en la página web de
la Conferencia Episcopal Española: